Málaga- Athletic

El Athletic saltó al césped (si es que eso era digno de considerarse césped) de la Rosaleda con una única idea en mente: presionar arriba al Málaga en busca de un robo que propiciase una contra letal, marcar y defender el 1-0, que es buen botín. El caso es que el estado del césped provocó imprecisiones en la entrega y el equipo adoptó la técnica del año pasado para los partidos de fuera: dejar que los de Martinicos presionen a tope en la primera mitad, cederles el balón y el campo, sabedores de que éste Málaga no marcará ante un equipo aseado en labores defensivas, y meter dos marchas más en la segunda mitad, haciendo lo mismo que en la primera, pero a otra velocidad. Lo dijo Valdano el sábado: De nada sirve que un equipo la toque incesantemente si la circulación del esférico carece de velocidad, pues si se juega despacio el rival se puede ordenar, y si se juega rápido, los espacios terminan por aparecer. El caso es que en la segunda mitad las combinaciones entre Susa, Iraola y Yeste hicieron que los blanquiazules perdieran el control de la situación, y, de haber estado más atinados, el gol habría llegado a buen seguro. El fallo de ayer fue una falta de definición casi alarmante, aunque es arreglable, pues al equipo le faltan 5 ó 6 partidos para rodarse, por lo que en Valladolid habrá que fiar todo al órgano principal del Athletic, el corazón. No es descartable que se experimente una ligera mejoría en el juego el domingo que viene, pero la inoperancia a la hora de generar ocasiones claras de gol no se subsanará hasta que el equipo entre en esa dinámica en la que entró en el pasado mes de marzo, en la que cada combinación acababa con una ocasión, acabase en gol o no.

El día de ayer Caparrós dispuso de un dibujo táctico que este servidor venía pidiendo desde hace ya muchas lunas: el clásico y entrañable 4-2-3-1, con Yeste por fin en la media punta, donde hace daño, donde nutre de balones a Susa, David (desafortunado ayer el pobre chaval) y a Fernandito, y donde goza de mayor libertad, sobre todo en cuanto a labores defensivas se refiere. La otra sorpresa la dieron los jovenes Balenziaga e Iturraspe, que demostraron que son parte del presente y del futuro del equipo. El joven lateral de Zumarraga se incorporó al ataque (ALELUYA!!!) con critério, colgó buenos balones, le puso mucho ímpetu y a la hora de guardar su banda no pasó muchos apuros. En esto último contribuyó David López, que si bien no se le vió arriba, guardó la banda izquierda de maravilla. Por su parte, "Itu" demostró que sabe distribuir bien, mantener la posesión y controlar los tiempos, pese a demostrar que aún está "verde", algo normal para un chaval que ha quemado etapas desde el juvenil al primer equipo muy rápido. Algún día centraremos un artículo en el joven de Matiena, un centrocampista muy al estilo de Orbaiz que puede empezar a contar los días que faltan para que Juan Ramón López Caro le convoque para la sub-21. El que ya es internacional absoluto es Andoni Iraola, que ayer trató de dejar constancia del porqué de la citación de Del Bosque. En la primera mitad le costo aclimatarse al césped, al calor y a la terca afición malagueña, y su aportación ofensiva fue casi nula. En defensa, en cambió, mantuvo a raya a todo un pelotero llegado desde el Sevilla: el luso Duda. A pesar de las intentonas del portugués, Iraola y Markel se las ingeniaron para robarle el balón cuantas veces fuera necesario, aunque las prisas y el empedrado propiciaron a que esos robos acabasen en carreras frustradas del eibarrés. En la segunda parte Andoni se entonó y puso en jaque a Welington, incluso dispuso de una buena ocasión tras driblar a un contrario en una baldosa. Lástima lo flojito del disparo.

Fernando Amorebieta y Aitor Ocio apenas pasaron apuros ante la ingenua línea ofensiva del Málaga. Por fin llegó un partido en el que los delanteros rivales no encontraran un hueco por el que pasar. Mis felicitaciones al equipo y al entrenador porque defendieron muy bien. A la hora de sacar el balón Amorebieta no pudo lucir su impecable desplazamiento en largo pues el bote del baón no era todo lo regular que cabía esperar. Ocio, por su parte, estuvo algo impreciso en la entrega. Javi Martínez era el encargado de que el Málaga no subiese con demasiados efectivos ni en demasiadas ocasiones, y si bien los defensores del conjunto de Antonio Tapia jugaron en el círculo central, sólo Baha, Luque y Duda compartieron área con Gorka en alguna ocasión, merced a los incontables balones que robó el Vieira de Ayegi. Por último, la actuación de los delanteros no fue todo lo buena que debería ser, en gran medida porque el equipo se encerró en 40 metros en la primera mitad y los malacitanos gozaron de claras ocasiones para buscar la espalda a los centrales, y así llegó todo el peligro de los recien ascendidos. Llorente se hizo el amo de la circulación aérea y exibió su estupendo juego de espaldas, pero cuando el equipo se volcó sobre la porteria de Arnau, faltó el Llorente del año pasado, el que bolaque pillaba, bola con la que hacía temblar a los rivales. Confío ciegamente en que "Fer" complete en breves su puesta a punto y empieze a golear. Ion Vélez entró a falta de un cuarto de hora en sustitución de un exhausto Iturraspe para tratar de conseguir ese ansiado gol, pero su aportación no fue nada apreciable, es más, el Malaga se asomó tímidamente a los dominios de Gorka, que disfrutó de una tarde tranquila, constató lo bueno que es con su estirada al formidable lanzamiento de Baha, que aprovechó un momento de debilidad de nuestro entramado defensivo.

Lo mejor: constatar que nuestra defensa no se ha desvanecido después del desatre de Almería, recuperar una de nuestras señas de identidad (el 4-2-3-1) con la que Yeste volverá a ser el de antes (si no es que lo hace mejor), y los debuts de Mikel y Ander, dos jovenes perlas de Caparrós.

Lo peor: las dificultades para hayar la senda del gol y que David López aún no se ha adaptado, y hace mucho que llegó (propongo que juegue de mediocentro con Javi Martínez)

Ya sabeis, el domingo el punto hay que hacerlo bueno contra el Valladolid, un tópico que encaja a la perfección con nuestra situación; si ganamos, daremos un gran salto clasificatorio, pero no se puede perder, porque la prensa se encargará de recordar viejos fantasmas.